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lunes, 9 de agosto de 2010

Adonde van las almas?

“No, no quiero que te vayas, la noche está muy fría, abrígame en tus brazos, hasta que vuelva el día…”

La barca que transportaba por el mundo el legado de canciones de este autor excepcional, detuvo su reloj.

Ochenta y cuatro años y un manojo de canciones inolvidables, una vida aún activa, una cantera inagotable de letras, quedan como ofrenda de su musa prodigiosa.

Roberto Cantoral, Mexicano nacido en Ciudad Madero, Tamaulipas, El Caballero de la Canción, ha partido a esa dimensión desconocida, temida, de la que es imposible evadirnos, marcha dejando al universo huérfano de su música.

Cuantas parejas se enamoraron escuchando sus boleros, cuantos besos bajo el influjo de sus arpegios, cuantas caricias sugerían esas letras apasionadas y románticas.

Era el mago de la inspiración, su incomparable lira iba y venía de época en época, cantantes legendarios que nunca pasan de moda le cantaron, así como también de tiempos modernos como Luis Miguel, quien dio a las canciones de Cantoral, un atrevido matiz haciéndolas si cabe, más famosas.

“Demasiado Tarde”, “El Reloj”, “La Barca”, “Regálame esta noche”, “Soy lo Prohibido”.

Inolvidables, composiciones que son un tesoro en el mundo musical, más de trescientos títulos que fueron grabados y muchos son reconocidos en todo el mundo.

“Soy la aventura que llegó para ayudarte a continuar en tu camino,

Soy ese beso que se da sin que pueda comentar… Soy lo prohibido”.

Rauda pasa la vida, cómo llega la muerte, cómo arrasa el destino final con la vida de seres que con la suya, marcan historias ajenas.

Adonde van las almas? A otra dimensión, a un lugar del que nada se sabe, porque para habitarlo, hay que dejar de existir, o acaso penden de una nube en el éter? Se desintegran o levitan sobre nosotros, invisibles, vigilantes, censoras…

Queda de él lo principal, sus letras, y mientras sus restos en su tumba se consuman, crecerá su recuerdo y se hará tan inmenso, que todas las generaciones lo acatarán y con el torcido designio de la naturaleza, el péndulo del reloj tintineará en la barca que por los siete mares, regando melodías que sobrevivirán aferradas a los acantilados, tatuadas en las conchas o grabadas en el corazón de una caracola.

Un sentido adiós, una dolorosa partida de un hombre cuyo corazón queda dibujado en la música, realmente no hay adiós, no hay despedida, porque sus cada vez que escuchemos sus canciones, su recuerdo crecerá como un rosal regado con amor.

Hasta siempre Roberto, para tus canciones no habrá tiempo, ni olvido, ni distancia, el reloj continuará marcando la hora del amor y la barca navegará acortando la distancia entre los que se aman.

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¡Brindis!

Esta es la mejor cosecha, el brindis exquisito de las letras.