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viernes, 2 de julio de 2010

Españoles y dominicanos



Había que escapar, hacia donde? Nadie estaba en capacidad para elegir, sino para cruzar la primera puerta que se abriera. Los españoles tenían muy claro que su tierra por el momento no era el mejor hábitat, sin siquiera para ellos, pasada la Guerra Civil, sin haberse repuesto de las consecuencias, surgió una dictadura que no les cortaba no solo el paso hacia el avance, sino les coartaba sus libertades y derechos.

Traspasando la barrera de lo insoportable, tratando de escapar del fascismo español, fueron de Madrid a Francia, pero no contaban con que allí tendrían que lidiar con la alianza de franceses y nazis, lo que les obligó a partir casi de inmediato, muy poco duró la esperanza depositada en el anhelado destino.

Adonde ir? Definitivamente el panorama era estrecho y fue el momento justo de enfilar mirad y proa hacia el Caribe, total, si tenían la esperanza de regresar muy pronto a su tierra.
Andaluces, vascos, gallegos, madrileños... Que mas da de dónde procedían, eran seres humanos, mujeres y hombres que precisaban ayuda y encontraron a manos llenas, pan, abrigo, trabajo, amor.

Hace setenta años, unos cuatro mil españoles, desembarcaron en las costas dominicanas siendo recibidos por el presidente de entonces, Rafael Trujillo, quien les brindó el país, condicionados a no incursionar en la política.

Algunos no soportaron el yugo dictatorial que pendía sobre la nación dominicana y marcharon hacia otras latitudes, pero la mayoría se quedó y si no ellos, sus descendientes, forman parte del día a día nacional.

El paso inexorable del tiempo marca rutas insospechadas, quien les habría asegurado a esos habitantes de Iberia, que tenían la seguridad de volver pronto a su tierra, que sembrarían aquí sus raíces y que germinarían junto a la savia nuestra, creciendo fuerte y reproduciendo una hermandad que perdura y que nunca ninguna circunstancia, podrá hacer que desaparezca.

Este jueves 1 de julio, República Dominicana, y Leonel Fernández, nuestro Presidente, han rendido tributo al exilio español.

Emotivos testimonios de españoles que cuyo acento se encuentra perdido en el acento criollo, han sido expuestos durante el homenaje y en entrevistas a medios internacionales que han dado cuenta al mundo de la presencia española en Dominicana, durante siete décadas.

Muchas han sido las historias que se han tejido, muchas las anécdotas que pueden contarse.

Tierra, abrigo, pan, trabajo, pero sobre todo, solidaridad y una hospitalidad que por muchos años que pasen, no podría olvidarse, es el balance de los españoles que llegaron a esta tierra que se caracteriza por ser hospitalaria y acogedoramente cálida con quienes buscan amparo.

Nombres tan prominente como el ilustre historiador Roberto Cassá, (descendiente), de quien siento la satisfacción de decir que me enorgullece compartir la nacionalidad, ya que soy conocedora de su valía como intelectual y ser humano y muchos nombres más que forman parte del diario acontecer dominicano.

Los españoles que llegaron al país se integraron a la vida dominicana ayudando a formar una conciencia nacional, cuya simiente fue sembrada siglos antes, desde la Colonia, raíces que fueron interrumpidas, pero jamás cercenadas.

Muchas son las contribuciones hechas por aquellos republicanos refugiados en una pequeña isla del Caribe, cuyo anhelo era volver pronto a su Patria y que sin embargo, obligados por las circunstancias, permanecieron aquí y hoy el recuerdo de su llegada es recogido por la Academia Dominicana de la Historia.

¡Quien lo diría! Las cosas de la vida sin así, debemos bendecir la historia que colecciona trozos de acontecimientos, para pasado el tiempo, hacernos recordar.

Hoy a la inversa y por motivos diferentes, la historia se repite y no ya en barcos, sino en modernos aviones, cientos de dominicanos llegan a tierra española, no son refugiados de guerra, ni huyen de dictaduras o tiranos, aparentemente viajan por su propia voluntad, aunque sabemos de muchos que al subir al avión, dejan en girones el alma, al verse obligados a dejar hijos, o tal vez madres, padres, enfermos, desamparados.

Tradicionalmente dominicanos y españoles, han sido grandes aliados, se enamoran, se unen en sociedades, son hacedores de intercambios de diversa índole y hoy en día, continúa igual esa entrañable alianza.

Ciertamente estos dominicanos no se van de su tierra huyendo de una dictadura o de los vestigios de una guerra propiamente dichas, ellos huyen de la opresión a que les obliga el sistema opresor no de sus libertades cívicas, sino humana, van en pos de romper con las cadenas invisibles, eslabones que aparentemente no existen, pero que se sienten como garfios clavados mas allá de la piel, en la conciencia.

Estos inmigrantes aportan a la legendaria Iberia su fuerza de trabajo, igual que hace siete décadas, los inmigrantes españoles llegados a tierra dominicana, fundieron cultura, amor, historia y unos y otros fueron una sola piel, un solo corazón, unión que todavía perdura.

Pero este maridaje no empezó hace solo setenta años, sino mucho antes, mas de cinco siglos de historia nos une, historia donde hay capítulos tan diversos, como diferente puede ser la vida misma.

Brindemos por ese vínculo de amor que como un puente, permanece entre dominicanos y españoles.

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Esta es la mejor cosecha, el brindis exquisito de las letras.