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domingo, 28 de marzo de 2010

Cien años!!

Sevilla, seis de la tarde del año 1810.

Se aproximaba el 1 de abril, día en que se pautaba el inicio de la Semana de la Aviación, a la ciudad habían llegado visitantes de otros países, los que serían partícipes directos del evento y los que llegaban a disfrutar de un acontecimiento que todavía en esa época era inusual.

El joven de nacionalidad belga Jan Olieslagers, de 27 años, era uno de los prospectos que dentro del programa a presentar, sería parte de los acontecimientos señalados.

Sin embargo, la juventud como siempre es impaciente y Jan, tres días antes de lo acordado, armó su Bleriot XI y ante los ojos expectantes de quienes lo miraban, se elevó del suelo y ascendiendo, sobrevoló el Guadalquivir, para volver al sitio de partida.

Fue un arrebato inesperado y no tuvo por consiguiente, todo el público que merecía. El testarudo demonio belga, arremetió de nuevo y en la segunda acometida, fue mas lejos aún, el cielo de Sevilla le acogió durante diez y ocho minutos, ascendiendo ochenta metros del suelo ¡Prodigioso!

El ocaso del día 28 de marzo de 1910, recibió en el espacio sevillano a su primer huésped, quien precedido de golondrinas, vencejos y gorriones, se inscribiría en las páginas de la historia de la aeronáutica de la capital andaluza.

El escenario: Tablada, la dehesa que hasta 1247 empezó a escribir su historia cuando el Rey San Fernando, eligió el lugar para instalar un campamento.

Muchos siglos después, continuó añadiendo hazañas tan increíbles, como el vuelo de un avión en una época en que todavía, volar era casi privilegio exclusivo de las aves.

Hoy entre el aroma de incienso y cirios encendidos, una parte de ese humo ceremonioso se elevará, y alguien habrá tal vez que piense que igual que suben al espacio bocanadas de humo, se elevó al cielo de Sevilla hace cien años el piloto belga para dejar su huella marcada en el espacio aéreo de Andalucía.

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¡Brindis!

Esta es la mejor cosecha, el brindis exquisito de las letras.